Febrero 2009: Nieve, mucha, mucha nieve

 

¡Qué invierno este del 08-09!... Nos estamos poniendo las botas, y los crampones, y los guetres y el piolo y... todos los instrumentos invernales. No digamos los que hacen cascadas y demás maravillas.

hits counter

 

Mapa con el track del recorrido

Pulsa para ampliar

Bueno, un viernes, salgo del curro y me voy para Gredos sin saber si tendría sitio en el refugio. Como soy muy machote tiro "pallá".

Doscientos kilómetros después, me emociono al ver el montonazo de nieve que hay en la plataforma y la "jartá" de coches aparcados en la misma. Me calzo las botas y más contento que unas pascuas comienzo el camino

La calzada presentaba este aspecto. Envidia, ¿eh?

Una maravilla de nieve en perfectas condiciones para avanzar sin ningún problema y a buen paso

A todo esto, continúo llamando cada pocos minutos al refugio para ver si tengo sitio o no. Por fin en el último punto con cobertura, en los Barrerones, coge el teléfono Jorge y me dice que seremos un montón de personal pero que no hay problema. Respiro aliviado y aprieto el paso para llegar antes de que oscurezca.

Cena en el refugio con una sopita que levantaba en vilo y unos filetitos de pechuga que estaban requetebuenos. ¡Como me cuidan estos chavales!.

Me fijo y veo que la práctica totalidad de mis compañeros de estancia llevan puesto el plumas. Primero pienso que son unos exagerados. A los pocos minutos comienzo a tiritar mientras el personal disfruta de la velada y subo el cuello de mi triste polar. Después de amenizar la sobremesa con mis castañuelas dentales hago un acopio generoso de mantas y me voy a la piltra mientras los colegas se meten en sus mullidos y calientes sacos de plumas. ¡Qué exagerados!.

Sin casi dientes, tras el castañeteo nocturno, salgo con intención de subir hacia el Venteadero y a ver que sale.

La nieve tiene unas condiciones perfectas y al poco me calzo los pinchos para más comodidad y seguridad

Al poco me encuentro con una pareja de vitorianos más majos que las antiguas pesetas y después de dilucidar el mejor camino de subida al Venteadero tiramos en armoniosa compañía.

Evidentemente hacíamos un trío curioso: Marta subiendo con tablas, Jose con raquetas y servidor con los pinchos

Así continuamos disfrutando de la subida hasta el Rellano del Ameal

Las vistas se hacen impresionates

Y el día acompaña sin una sola nube. Solo de ve la típica calima y niebla al sur.

Comenzamos el último repecho hacia el Venteadero y decidimos separarnos debido a la fragilidad de las placas heladas bajo la cual hay nieve en polvo sobre la que se pueden deslizar.

Foto tomada por Jose instantes antes de un pequeño incidente con su dosis de adrenalina.

Después del sustillo llegamos al Venteadero. Las vistas sobre Almanzor y Ballesteros invitan a salir corriendo (hacia ellos)

Decidimos encaminarnos hacia Galana aunque mucho me temo que no va a presentar condiciones óptimas para un servidor.

Abajo queda el Gargantón

Al fondo el risco del Guetre o Güetre. Depende del mapa.

El paso es precioso y con cautela nos encaminamos hacia la muesca
Decidimos que la bajada a la muesca y posterior subida a la cumbre no es para nosotros.
 Como premio de consolación, nos encaminamos al Guetre.
Espectaculares fotos en la cumbre, con la Galana de telón.
 
Volvemos al collado donde decidimos separarnos. Marta y Jose se bajan para almorzar y este ingenuo caminante quiere probar suerte por el Cuchillar para ver la posibilidad de ir hacia Almanzor.
Abriendo camino entre las quebradas placas intento buscar el mejor camino
 
Para evitar las placas y las peores pendientes llego bajo la Portilla de los Cobardes que aquel día cambió de nombre pasando a llamarse Portilla del Paco el Cobarde pues simple y ranciamente me acojono y decido dar marcha atrás.

Desde mi posición veo las chorizadas de subida por la norte del Almanzor.
 
Después de un montón de rodeos, vuelvo sobre mis pasos recordando que más vale malo conocido...
 
De nuevo en el Venteadero bajo hacia la laguna por la canal de los Geógrafos viendo posteriormente una procesión de gente que va y viene sobre el lago helado.
 

Despedida en el refugio donde huele a lentejas como para resucitar a los pobladores de un cementerio y tras renunciar a un plato de ellas me voy hacia la plataforma con la ingenua esperanza de volver pronto a casa.

Y colorín colorado, la historia de este cobarde caminante se ha acabado.
 

P.D.

¿Has visto como se ha quedado la suela de una bota Boreal después de trece meses de uso?