Paseos de un aprendiz de montañero

2004 - Cascadas del Purgatorio

 

Según la religión católica aquellos que mueren y, aún estando en gracia de Dios, no están suficientemente purificados deben pasar por un estado intermedio entre el Infierno y el Cielo llamado Purgatorio. Muchos creen que el Purgatorio es propiamente la vida misma, otros creen firmemente que consiste en ir a visitar a su suegra...(no es mi caso, Dios me libre)

En el madrileño Alto Valle del Lozoya se encuentra una de las pocas chorreras que la sierra del Guadarrama esconde: las cascadas del Purgatorio dignas de un - ¡Cooñó! - o por lo menos un -¡Ooostras!"-

La marcha elegida hoy comienza en las inmediaciones de la zona recreativa de Las Presillas, junto al Paular, que bien podría considerarse el Infierno durante los meses de verano, cuando acuden miles de almas, con sus correspondientes cuerpos, a refrescarse en sus frías aguas. Después de un paseo de hora y media se accede a unas chorreras de gran belleza, teniendo en cuenta que continuamos en la Tierra y a menos de cien kilómetros de Madrid. 

 

 

Hace poco tiempo las cascadas del Purgatorio eran directamente el Cielo. En los libros de rutas no venía su descripción, en webs de senderismo difícilmente se hablaba de ellas y si se hacía era de forma reservada. Era como los billetes de 500 euros que todos sabemos que existen, pero casi nadie los ha visto.

 

Tanta belleza impoluta no podía quedar solo para unos pocos y alguien que, con seguridad se ha ganado el Infierno, decidió poner doscientos carteles indicadores para ir a tal lugar de purificación.

 

Ahora se ha convertido, a pesar de la subidilla, en un lugar con indicadores y puentes de madera, botes vacíos de refrescos, bolsas de patatas fritas, papeles "albal", que en su momento recubrieron suculentos bocadillos; todo ello bien esparcidito por el serrano suelo.

 

A pesar de los inconvenientes un servidor procura buscarse, para tan penitente jornada, aquellos días de lluvia o frío cuando sé que voy a tener escasa competencia en el camino. 

 

Llegar al purgatorio a primeras horas de la mañana es como llegar al cielo a cualquier hora y, francamente,  reconozco que el lugar invita a descansar y,  llegado el momento,  sacar los "taperwares" con la tortilla y los filetes empanados mientras se refresca la sandía en el agua.

 

Como quiera que la intención no es la de pasar un día de reposo, emprendo camino por la izquierda, sin la ayuda de pista, camino ni trocha; es decir: como se pueda,  hasta tomar la altura suficiente para franquear la muralla de granito y, más cerca del cielo, observar con deleite y caída de baba el Purgatorio desde otra perspectiva menos usual. 

Si se decide por lo segundo, podrá verse aparecer un senderillo que hará pensar a los ingenuos en algo cómodo. Pues no lo es, pero sí bello.

Mientras subimos por la izquierda del arroyo podremos deleitarnos con decenas de charcas y pequeños saltos de agua que continuarán tentándonos para sacar los "bocatas". Cantidad de veces parecerá vislumbrar un hermoso sendero en el margen opuesto...

 

Y puedo dar fe de que es mucho mejor, pero en pocas ocasiones el caudal de agua permitirá cruzar si no es mojándose las patillas. 

 

Continuando río arriba podrá cruzar quién no haya mojado sus ancas y a la altura de "Los Barracones" encontrará paso, no exento de emoción.

 

Una vez llegados a zona de secano puede bajarse cómodamente por la pista, antiguo "Camino de Madrid" o llegados al puerto del Gollete tomar camino sin contemplaciones a la derecha hasta encumbrar la montaña que da nombre a las cascadas. Una corta bajadita a un collado y de nuevo "pá rriba" donde se puede disfrutar de otras lejanas pero hermosísimas vistas de las chorreras.

 

Desde esta cumbre se puede elegir entre:
bulletEsperar al autobús, (hay años que no pasa)
bulletBajar tranquilamente tomando, o no, atajos hasta llegar de nuevo a las presillas con el recuerdo de haber pasado, emulando a Dante Alighieri, por el Infierno, el Purgatorio y el Cielo.