Algo tiene la madrileña Pedriza que cautiva desde el
primer momento a quienes la descubren. Lugar de remojo dominguero durante los
meses de estío, cuenta con unas moles graníticas de formas dispares,
profanadas continuamente por los escaladores de todos los tiempos, entre
los cuales estuve incluido hace muuuchos años.
Además de piedras, posee un aprendiz de río, el
Manzanares, que durante los meses húmedos ofrece una de las mejores
cascadas de la Comunidad. También se puede disfrutar de una gran cantidad
de rincones increíbles y de pinos, muchos pinos, bien cargados de orugas
peludas que en la primavera salen a pasear, eso si, en fila de a una con
un orden marcial. Pues bien, es en los meses de Abril o Mayo, después de
un invierno de nieves cuando muestra un paisaje extraordinario al horadar
el aprendiz los blancos y fríos restos, ofreciendo un espectáculo solemne.
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