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			| Paseos de unos aprendices de montañero |  
			| 1975-1976 
			Iniciación a la montaña |  
	
		
			| En 1974 comencé a trabajar en una 
			pequeña empresa donde un compañero era uno de los escaladores con 
			más futuro de la época, el "Tronco". Su afición que más que afición 
			era una forma de vida me impactó y al final me llevó un día con él y 
			comprendí. El primer día 
			pagué la novatada pues tanto el Tronco como el Pelos, otro 
			compañero, me dijeron que fuera a las 7 de la mañana del domingo y 
			preguntara por los autobuses del Yelmo. Algunos se rieron de mí como 
			no podía ser de otra forma pero di con una chavala (la "Quesito") 
			que me integró en su grupo y aquél día aprendí a rapelar a "la 
			Española" Me estrené en la "27 Burilada" a 
			Peña Sirio, una vía artificial que subía por su cara norte. Aquello 
			me gustó. |  
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			| La foto inferior está tomada en la 
			Oeste del Cancho de los Muertos. |  
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			| Después fui de un lado a otro hasta 
			que, a través de un gran amigo y compañero de Maestría (Chucho), 
			conocí a una de las mejores personas que han pasado por mi vida, 
			Miguel Ángel alias "El Lapa". Él me enseñó  las técnicas de 
			escalada y compartimos momentos entrañables hasta que después de una 
			caída en solitario en el Torreón de los Galayos decidí no volver a 
			escalar. Fue mi compañero de cordada y sobre todo mi amigo. Poco a poco fuimos perdiendo contacto y no pasa un día de montaña en 
			que no me acuerde del Lapa. Mi gran pena es no saber como contactar 
			con él. Creo recordar que se apellidaba González y vivió su infancia 
			en la calle Felipe II de Madrid, hasta que El Corte Inglés derribó 
			su casa para ampliar los almacenes. No se lo que daría por volver a 
			abrazarle...
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			| Tanto en la foto superior como 
			inferior estamos en la cumbre del Pico de la Miel en la Cabrera. 
			Pantalones bávaros, medias de lana, chaquetilla de lona a la moda 
			del momento, arnés integral. Cabe destacar los guantes de lana y 
			algunos tacos de madera artesanales que cuelgan de mi arnés. |  
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			| Obsérvese el tipín 
			de "chulo playero" que tenía por aquel entonces... snif.... La foto 
			está tomada en alguno de los numerosos chalés a medio construir que 
			habían en la falda de La Cabrera, que nos servían de refugio 
			improvisado. Siempre era mejor dormir en estos lugares que no al 
			raso o bajo techado de la lavandería del pueblo. |  
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			| En un momento 
			determinado nos creímos preparados para escalar la Sur de Peña 
			Vieja, en Picos de Europa. Menos mal que un tiempo terrible solo nos 
			permitió dar algún paseo cerca de Fuente Dé. El teleférico hizo solo 
			un viaje en el que la cabina de bajada lo hizo prácticamente 
			horizontal debido al fuerte viento y el pobre y mareado maquinista 
			decidió clausurar hasta que el tiempo lo permitiese. 
 Lo mejor de aquél viaje fue la amistad que hicimos con un grupo de 
			vascos que, a parte de su mochila, transportaban por cada dos una 
			arroba de vino, una olla tipo colegio, tiendas de campaña y viandas 
			de todo tipo. El pobre Miguel Ángel y yo llevábamos una bolsa con 
			cacahuetes y uvas pasas, así que con este grupo no pasamos 
			necesidades y nos tomábamos de postre los frutos secos.
 Debo reconocer que esta amistad fue facilitada por mis tirantes. 
			Quien me los regalara no se dio cuenta de que los tres colores que 
			lucían eran rojo, verde y blanco y en aquellos tiempos finales de la 
			dictadura ayudaron mucho al "hermanamiento".
 
 Como anécdota de aquel viaje, compramos el Lapa y yo un queso de 
			Cabrales partido por la mitad para cada uno y envuelto en papel de 
			estraza. Probablemente las máquinas de vacío y los films para 
			alimentos solo existían en la NASA. Pues bien, el queso fue 
			depositado en la bandeja superior del autocar y comenzó el viaje, el 
			conductor puso la calefacción y empezaron las protestas. "A ver 
			si os laváis los pies" decían algunos. El Lapa y yo nos 
			mirábamos y callábamos pero el hedor fue aumentando paralelamente a 
			la tensión que se generó.
 Finalmente el 
			conductor paró en algún lugar del Desfiladero de la Hermida 
			dispuesto a matar al cerdo de los pies sucios, comenzando un 
			minucioso chequeo de pasaje y equipaje, hasta que llegaron a 
			nosotros. Fueron momentos de gran tensión que solo fueron aplacados 
			cuando, ante la imposibilidad de continuar viaje con el valioso 
			equipaje, nos vimos muy obligados a compartirlo con el resto de 
			viajeros. Algunos sacaron botellas de sidra, algún pan y en pocos 
			minutos había desaparecido el producto del dineral que nos habíamos 
			dejado en queso. Curiosamente nadie se quejó del olor mientras se lo 
			zampaban a nuestra salud. |  
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			| Las próximas 
			imágenes fueron tomadas en Galayos, algún día en que el Lapa no pudo 
			venir. En el refugio 
			Victory éramos conocidos los asiduos y se me adosó un elemento del 
			que no recuerdo su nombre. La noche anterior hicimos fraternal 
			amistad en la cena mientras me breaba a preguntas insidiosas sobre 
			drogas y en especial porros. En aquel entonces solo fumaba "Fortuna" 
			y por tanto no pudo arrancarme más que la verdad.A la semana siguiente, contando la experiencia con otros escaladores 
			me contaron horrorizados que el fulano era un "gris", es decir, 
			pertenecía al cuerpo de la temida Policía Armada del régimen. Según 
			me contaron, el espécimen en cuestión se dedicaba a sonsacar a los 
			escaladores sus costumbres porreras para después chantajearles 
			largamente.
 Aquel día subimos la Sur del Pequeño Galayo. En la foto inferior 
			intentó el muchacho darse de primero el primer largo pero vista su 
			técnica para progresar por una cómoda bavaresa me cedió tal honor 
			que mantuve el resto de la escalada.
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			| Por un simple 
			problema económico apenas hacíamos fotos pero justo aquél día tiré 
			un montón.  |  
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			| No estoy seguro 
			pero juraría que el mozo de la izquierda era el "Guirles", uno de 
			los mejores escaladores de aquella época, en el centro el "gris" y a 
			la derecha un servidor. Por cierto, mi apodo, imprescindible para 
			ser o aspirar a escalador en aquellos tiempos era "Pacorro". Me lo 
			puso el Lapa... |  
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